La hora de Don José

La hora de Don José Historias de bar El bar se halla en una calle discreta y poco transitada de Zaragoza. No se distingue de cualquier otro y, como en cualquier otro, una rutina se repite a diario, un metrónomo humano que marca el paso de las horas: Don José . A las siete y media de la tarde, ni un minuto antes, ni uno después, la puerta del bar se abre, y ahí aparece él, con su gorra de visera que se quita para colgarla — siempre — en el segundo gancho del perchero. Durante las Fiestas del Pilar, la gorra da paso a otra confeccionada de tela de cachirulo, como si fuera su uniforme de gala. Desde hace más de veinte años, es cliente fijo del bar. Para el dueño, su llegada no es novedad, sino resignación cotidiana de quien sabe que hay batallas que no merece la pena librar, una presencia tan inevitable como el cierzo en invierno o el calor pegajoso de agosto. Se sienta en la misma silla, en la misma esquina, con la espalda tiesa y los codos perfectamente co...